Los saltos de forma y estructura entre los dos textos son notables. En 1997 las condiciones de producción no me condicionaban tanto, era muy joven y con ganas de experimentar el lenguaje dramático, así que la propia dimensión épica del conflicto me llevó a una estructura coral, con trece personajes a los que dar voz e interrelacionar entre sí. Con LaSal sin embargo hice una obra de dimensiones íntimas, sólo tres personajes, tres desconocidos que, a su pesar, forman una extraña familia y están condenados a pensarse, soñarse, recrearse..., y por tanto las tres voces se multiplican fantasmagóricamente con registros distintos en la cabeza de cada cual.
Cuando escribí LOS DÍAS PERDIDOS, imaginé a todos los actores viejos, decrépitos, viviendo una vida en descomposición. Con LASAL imaginé un juego de fantasmagorías que desde la sombra colapsan la luz de los vivos.
Agradezco a María Luisa García Manso el interés que se ha tomado en nuestras obras y recomiendo la lectura de su artículo. Creo que el que cinco escritoras nos sintiésemos impelidas a trabajar con este doloroso tema tiene un sentido dentro de la perspectiva del teatro que aún nos empeñamos en seguir construyendo (desde el texto, desde los escenarios) en este nuestro desarbolado país, día a día.
Este es el resumen del artículo según su autora:
Las guerras de secesión de la antigua Yugoslavia (1991-2001)
causaron una gran conmoción en la sociedad española. Las imágenes mostradas
en la televisión y la prensa se convirtieron en el desencadenante de la
creación dramática de varias autoras españolas que comenzaron su andadura
escénica entre los años noventa y principios del siglo XXI. Las seis obras dramáticas
incluidas en este estudio —Fuga (1994), de Itziar Pascual; Los días
perdidos (1997), de Eva Hibernia; La ciudad sitiada (1997), de Laila Ripoll;
Un lugar estratégico (2005), de Gracia Morales; Belgrado (2008), de Angélica
Liddell; y laSal (2012), de Eva Hibernia— permiten plantear diversas cuestiones
en torno al impacto de género de las guerras, el papel de la comunidad
internacional y la representación del horror en el teatro
causaron una gran conmoción en la sociedad española. Las imágenes mostradas
en la televisión y la prensa se convirtieron en el desencadenante de la
creación dramática de varias autoras españolas que comenzaron su andadura
escénica entre los años noventa y principios del siglo XXI. Las seis obras dramáticas
incluidas en este estudio —Fuga (1994), de Itziar Pascual; Los días
perdidos (1997), de Eva Hibernia; La ciudad sitiada (1997), de Laila Ripoll;
Un lugar estratégico (2005), de Gracia Morales; Belgrado (2008), de Angélica
Liddell; y laSal (2012), de Eva Hibernia— permiten plantear diversas cuestiones
en torno al impacto de género de las guerras, el papel de la comunidad
internacional y la representación del horror en el teatro
y el enlace del artículo en la revista de filología de la UNED:
http://revistas.uned.es/index.php/REI/article/view/12143