Hola, bienvenidos a este espacio que quiere ser un cuaderno abierto donde podáis acercaros a los proyectos y actividades que están en marcha y al registro de algunos de mis trabajos.

Aquí encontraréis a la Eva poeta, a la dramaturga, a la directora de escena, a la profesora ...

Para todos buena estrella y paz en los corazones.

viernes, 12 de marzo de 2010

comienza el curso BIG BANG & BIG CRUNCH



Las confesiones de Sándor Márai, escritas con un nervio literario, un encanto y una profundidad sorprendentes para un joven de 35 años, han sido una golosina con la que me he deleitado este invierno.

Aquí, entre otras muchas maravillas, están también los pasos de iniciación de un escritor. Configura primero su imaginario, los personajes, arquetipos y escenarios de su infancia, y tiene una comprensión lúcida y cruda sobre su propio proceso interior.

Agradecida a Sándor por sus nutritivas palabras, lo elijo como padrino de esta nueva edición del Big Bang & Big Crunch que hoy se inaugura  Copio aquí unas cuantas reflexiones insertas en el libro sobre la condición del escritor:

"(...) yo intentaba explicarle que la cuestión no era saber si un hombre de talento tenía derecho a hacer ciertas cosas o no, sino admitir que la vida no favorecía a los escritores ni les era útil en ningún sentido: "lo que un escritor encuentra en la vida es sólo material, un material inútil, sin forma ni constancia. ¿Qué hacer con un escritor que pretende vivir y trabajar a la vez" (...) Fue una noche memorable para mí; lo que expuse en esa discusión en la oscuridad era lo que todos los artistas y creadores debemos reconocer antes o después, algo que no es posible lograr tras haberlo escuchado por boca de otros, por sus experiencias o mediante bellos ejemplos clásicos, como no es posible conocer ni aceptar una ley fatal que influye directamente en nuestra personalidad. cada escritor debe comprender un día cuál es su destino, pero solo puede comprenderlo por sí mismo. Mientras hablaba a mi amiga, iba aclarándose para mí mi propio destino e iba recitándolo como una lección, con una certeza tan inconsciente como absoluta. (...) yo tenía 24 años y ninguna experiencia; en una habitación a oscuras vi mi destino, comprendí el extraño veredicto y lo acepté con toda la humildad que soy capaz de demostrar.
El trabajo es el único principio en cuyo nombre un escritor puede permitirse el lujo de la humildad (...) Repetía una y otra vez que el escritor que se entrega a sus vivencias está perdido. Oscar Wilde no escribía mejor después de estar en la cárcel, y la balada de la cárcel de Reading sólo prueba que un gran talento puede afrontarlo y soportarlo todo, incluso las vivencias.